lunes, 12 de enero de 2015

1980


Creo que fue en 1980
En Lugano
En la casa de una amiga de Marcela
Mi compañera del secundario
Otros tres y yo
Con escobas y secadores que nos prestaron
Sin pinturas en las cara
Hicimos la mímica del Kiss Alive! ante varios
Lo recordé recién
Más de treinta años después como un sueño extraño.

ESPERO EL 36

Espero el 36
En Larrazábal y Riestra
Los perros ladran
Sopla el viento

Por fin
Allá viene
Es de color naranja
De hace mucho tiempo

No lo paro
Igual para
Los perros aúllan
Ruge el viento

El chofer me mira
Ni me muevo
Se va despacio
Como en un sueño

Los perros se calman
Para el viento
Mejor camino
Tengo tiempo.

PUTO LINDO


Hace años te hicimos un reportaje en una FM.
Y te fuimos a ver al teatro.
Después te vi muchas veces en programas de otros.
Y te escuché pocas en los tuyos.
Ahora en la tele te despiden "Adios a un irreverente".
Y la gente en la calle grita a tu paso "Puto lindo".
Con vos se murió la radio.
Y, otra vez, se murió el humor.

ALFONSIN

El secundario recién terminado...
como la dictadura...
frente a la plaza repleta...
en una columna de la catedral...
entre los montoneros y su bandera negra...
Alfonsín en el balcón del cabildo...
El pueblo unido jamás será vencido...
y a comer y a educar y a curar!

EL SUEÑO DEL DRAGON

Había una vez, un dragón que vivía en una cueva. Y siempre salía de su cueva para asustar a los hombres con su fuego. Quemaba un pueblo y otro. Y un pueblo y otro. Hasta que un día, después de quemar un pueblo y asustar a los hombres, se quedó dormido y tuvo un sueño. Soñó que él vivía en un pueblo de dragones y que un hombre que vivía en una casa, venía a su pueblo a asustar a los dragones con sus armas. El dragón se despertó asustado y desde ese día no asustó más a los hombres con su fuego y sólo lo usó para darles calor cada vez que tuvieron frío. Colorín colorado, este cuento se ha terminado. Fin.
(Con Lili y Mariano).

VEINTICINCO

_"¡Lujuria! ¡Concupiscencia! 
_¿Con quién?
_¡Lascivia!
 _¡Ah! ¡Con la Silvia!". 
Les Luthiers. El sendero de Warren Sánchez.

Veinticinco años después de haber egresado de su colegio secundario de Floresta, ocho ex compañeros: Silvia, Víctor, Betty, Adrián, Fabián, Marcelo, Gabito y Quique, decidieron en su foro de Internet, que ya era hora de tener, por fin, su viaje de egresados, y se fueron un fin de semana largo a un viejo hotel en el Tigre a orillas del río. La primera noche, durante la cena, los ocho compartieron anécdotas y recuerdos, como en cada reunión evocativa. A medianoche, ocuparon sus cinco habitaciones. Silvia sola, Víctor con Betty, Adrián con Fabián, Marcelo con Gabito y Quique solo. Silvia canturreó. Víctor y Betty intimaron. Adrián y Fabián escucharon. Marcelo y Gabito bromearon. Y Quique suspiró. Hasta que los ocho se durmieron. A las tres de la mañana, una canción despertó a Quique de sus pesadillas, entre el ahogo y la incontinencia. En su cama estaba sentada Silvia. Pero no era la Silvia que dormía sola en su habitación. Era otra. Estaba empapada como si recién hubiera salido del río. Parecía la del secundario. Tenía puesto un guardapolvo y una campera de gimnasia celeste. Lo miraba y le sonreía. Y canturreaba Eiti Leda, de Serú Girán. Pero aquella mueca sin fondo no era la sonrisa de Silvia, aquella mirada muerta tampoco, y mucho menos aquella voz... Cuando aquella Silvia, adolescente y espectral, le gritó y se le acercó de un salto, Quique, con sus pulmones y su vejiga a punto de estallar, también gritó, muy fuerte, y se orinó encima como un niño. Y aunque lo intentó desesperadamente, no logró despertar. No estaba dormido...

ZAPIOLA


En 1977, la escuela Zapiola cumplió 50 años.
Mi escuela primaria.
Hubo un acto muy importante y vino la televisión.
Un compañero y yo íbamos a actuar de locutores de radio.
Pero también vinieron los famosos periodistas Roberto Maidana y Leo Gleizer, que tenía un hijo en la escuela.
Los famosos leyeron sus líneas y también las nuestras, sobre la pelea de Firpo y Dempsey.
Y los aplaudieron mucho.
Ellos salieron por radio y la escuela salió por televisión; pero nosotros no.

CARA DE ORUGA Y OLOR A CUCARACHA

Mariano se había portado mal o no había hecho caso.
Y aunque había pedido perdón y había prometido que no iba a hacerlo más, su mamá le había dicho que esa noche vendría a llevárselo Giuseppe, con su cara de oruga y su olor a cucaracha, y con su bolsa negra.
Y Giuseppe había llegado a la habitación y Mariano parecía dormido; pero se movía.
Al otro día, cuando su papá lo despertó para llevarlo al jardín, Mariano le mostró a Giuseppe, con su cara de oruga y su olor a cucaracha, encerrado en su bolsa negra, y parecía dormido; pero no se movía.
(Con Mariano).

AGUSTINA

En un barrio porteño, hay una escuela primaria municipal, donde se dictan talleres culturales gratuitamente.
En el aula en la que se da el Taller de Cine, hay dos armarios con sus puertas pintadas de color lila.
En una de esas puertas, hay un cartel pegado, escrito a mano, donde dice que Agustina no puede comer nada que tenga chocolate.
Durante la proyección de "Furia" de Fritz Lang, con las luces apagadas, uno de los alumnos del taller dice que Agustina está encerrada en el armario de las puertas lilas y el cartel pegado, y que, de un momento a otro, le saltará encima moviéndose como la Sadako de "Ringú", con la boca llena de chocolate.
Pero el profesor lo contradice que la niña se parece a la Regan de "El exorcista", con su cabeza vuelta hacia atrás, y enciende las luces del aula para seguir con su clase sobre el séptimo arte.

MONSTRUOS


Hice un programa con monstruos en una radio barrial. 
Y me pasó lo mismo de siempre.
Drácula me mordió.
Frankenstein me golpeó.
La Momia me estranguló.
La novia de Frankenstein me gritó.
El Hombre Lobo me destripó.
El Monstruo de la Laguna Negra me sumergió.
No tuve ningún llamado.
Y no me escuchó nadie.

PICHI


Juan Carlos Ricagno, alias "Pichi", nació el 24 de julio de 1937 y falleció el 21 de agosto de 2001. 
Le gustaban los trenes, el locro, las herramientas y el jazz. 
Decía frases como: "Todo tiene arreglo menos la muerte", "Que siempre pueda dar y nunca tenga que salir a pedir", "La mejor manera de ganar una discusión es evitarla" y "Ríe y el mundo reirá contigo llora y llorarás solo". 
Nunca se conocerán con su nieto Mariano y jamás dejará de ser extrañado.

SUCRE

Oscar Sucre era actor.
Tenía 62 años y vivía en Floresta.
Con su grupo Abanico Cultural, cuando hacía el corazón delator en los colegios, los alumnos se sobresaltaban a su alrededor.
Durante más de 3 años, convirtió mis casi 150 fragmentos de FM Suburbia, y mucho más, de cassette a CD.
Leyó a Poe y leyó mis cuentos por radio, y hasta hicimos juntos nuestro programa: Historias Extraordinarias.
Oscar era un buen tipo, era un amigo y se fue de gira, inesperadamente, una semana antes de primavera.

EL TESORO MALDITO

Siete jóvenes fueron contratados por un viejo millonario para viajar a África y encontrar un tesoro. A dos, los mataron unos gorilas con unas rocas. A uno, una ciénaga. a otro, una víbora venenosa. Y a los otros dos, el único que volvió, le dio el tesoro al viejo y murió antes de cobrar su parte.

LA ANFITRIONA

El 20 de julio de 1983, un joven de Floresta fue atropellado y muerto por un auto en la avenida Avellaneda. La noche del accidente, el joven estaba acompañado por una bella morocha que era una vampiro recién llegada de San Orlando en el año 2051. En 1986, la vampiro hubiera utilizado al joven para resucitar y ser la anfitriona de Aarón, un antiguo mago vampiro. La anfitriona y Aarón, hubieran engendrado un ejército de vampiros comenzando con casi todos los ex compañeros del secundario del joven muerto en Floresta.

SAN GORDO PORCEL

En 1974, a Héctor Rivero, vecino del oeste porteño, se le curó milagrosamente la lombriz solitaria, después de haber ido al cine a ver la película "Los vampiros los prefieren gorditos". San Gordo Porcel, ruega por nosotros!

BOLUDECES

Veinte años atrás, cuando en el secundario casi se llevó matemática a examen, mientras trataba de escribir un cuento de vampiros, su madre lo amonestó diciéndole: "En vez de escribir boludeces, estudiá matemática!".

REQUIEM PARA NOSTALGICOS UN E. P. DE SUI GENERIS SEGUN UN NATALIO RUIZ DE FLORESTA


Track 1: Los setentas en la primaria Zapiola, con Mariel y el capitán en el palier del edificio de la vecinita de enfrente y Mister Jones o... al borde de la pileta en la quinta de unos tíos.
Track 2: Los ochentas en el secundario Larroque, con Rasguña las piedras al final del Festival de la Solidaridad por Malvinas y El tuertro y los ciegos en un escandaloso recital en la parroquia Desamparados.
Bonus Track: Los noventas en compactos en vivo, con Blues del levante según Los Hermanos Muzzarelli en Pizza y blues (Pirata) y Música de fondo para... según Say no more en Demasiado ego.

EL KIOSCO DE LA FLORESTA


Un tren que va hacia el Oeste.
Un niño que viene a comprarme varios paquetes de figuritas y unos chocolatines de esos que vienen con sorpresa.
Dice que va a ver su serie televisiva favorita.
Tiene cara de culpable.
Como si tuviera la culpa de ser hijo único.
Un tren que va hacia Once.
Un joven que viene a comprarme cigarrillos y preservativos.
No dice nada.
Tiene cara de culpable.
Como si tuviera la culpa de sentir placer.
Un tren que va hacia Moreno.
Un hombre con sus hijos que viene a comprarme figuritas y chocolatines con sorpresa.
Dice que va a buscar un par de películas al video club.
Tiene cara de culpable.
Como si tuviera la culpa de haberse divorciado.
Un tren que va hacia el Este.
Vendrá el anciano a comprarme algo?
Dirá algo?
Todavía tendrá cara de culpable en su tren hacia el ocaso?

LA CARICIA HELADA


Juan escribía. no sabía si lo hacía bien o mal; pero no podía resistir la tentación de escribir. Juan creía que la vida y la escritura se parecían mucho. Su vida y su escritura. Aquella noche, después de haber querido escribir algo y de haber desechado cada intento, con su habitual desprecio hacia su obra, Juan se había quedado dormido y había soñado. Sus escrúpulos para con la tinta y el papel le mostraron a alguien que quería sacarle sus manos si él no lograba escribir una buena historia. Lo primero que hizo Juan en cuanto se despertó, fue mirarse las manos. Las sintió muy frías, como si las hubiera tenido sumergidas en agua helada. En su sueño, la sombra que quería sus manos, no había dejado de acariciárselas ni un instante. Si Juan aceptaba el reto y las reglas del juego, aquél mismísimo sueño le podía despertar alguna buena historia para no perder sus manos. Dos tortugas muertas. Dos arañas. Dos manos hermosas. Sus manos. Pero Juan ya sabía lo que solía ocurrirle a sus ideas. Sucumbían sin remedio en cuanto llegaban al papel en blanco. Cada letra de tinta se le presentaba como una letra de mediocridad. A veces, Juan sentía lo mismo por los latidos de su corazón. Si las cosas seguían así, Juan ya había perdido sus manos. La criatura del sueño ya se las había ganado. Juan ya se las había cortado y se las había entregado. Pero ahora era distinto. Juan quería a sus manos y no quería perderlas. Repentinamente, Juan sintió que algo se estaba moviendo en su interior, además de sus vísceras. Lo habían desafiado y él esta vez no quería perder. Después de todo, escribir una buena historia no podía ser tan difícil como le había estado resultando. Juan parecía haberse descubierto las manos por primera vez. Repentinamente, parecía estar enamorado de ellas. Pero sus manos seguían muy frías. Y la caricia helada no las soltaba.

FRENTE AL MAR

El primer sueño estaba ambientado dentro de una casa en la playa. Frente al mar. La playa desierta. El cielo nublado. Desde este lado de la ventana todo parece estar bien, aunque todo cambiará de un momento a otro. La casa es enorme; pero apenas muestra algunos de sus contornos. Allá afuera, a varios metros, está el mar en su lugar. La playa se acercará desde donde siempre ha estado, hasta cubrir la casa por completo. La impresionante inundación se producirá en apenas unos segundos. Todo podrá verse más allá de la ventana. Todo se oscurecerá allá afuera cuando el mar sepulte a la casa. Se la tragará en un instante sin hacer un sólo ruido. Mientras tanto, todos aquellos que estén dentro de la casa tratarán de negar lo que pasa; pero enloquecerán irremediablemente sólo con mirar un poco más allá de la ventana. No lo notarán; pero no les habrá importado perder su cordura allí adentro en las frías fauces del océano hambriento. Sin embargo, la casa inclusive resistirá. Afuera, las aguas grises parecerán definitivas del otro lado del vidrio. El único límite entre lo infinito y lo cotidiano. El mar se retorcerá desvergonzadamente. Se deslizará sordamente. Se reirá desenfrenadamente. Quienes hayan sobrevivido a semejante visión, y aún se atrevan a seguir mirando hacia el exterior, tal vez logren ver algunas otras cosas. El absoluto vientre oceánico les dejará ver algunos de sus indescriptibles secretos. Pero el mar jamás logrará entrar a la casa y sus habitantes contra el vidrio. Pero la rompiente milenaria no romperá nunca la ventana. Afuera, alrededor de la casa, a través del vidrio seguirá viéndose siempre el interior del oscuro abdomen marino. La inundación será eterna. El océano sin playa seguirá allí afuera, cubriéndolo todo. Y la gente en la casa seguirá allí adentro, temiéndolo todo. ¿Acaso podría haberse evitado semejante catástrofe? Tal vez, algún día lejano, la gente en la casa despierte y pueda salir otra vez al exterior para caminar tranquilamente por la playa soleada, sin sentirse tan culpable. Mientras tanto, tendrán que seguir soñando.